viernes, 22 de febrero de 2013

Adelanto de Walking Disaster





Adelanto de walking disaster


Esta mañana cuando me he levantado he visto que @MvsoDesastre, la página de Twitter del libro Maravilloso Desastre, nos tenía una gran sorpresa en su página de Facebook.
¿Cuál es esa gran sorpresa? Pues un adelanto del libro Walking Disaster, el segundo libro de Maravilloso Desastre.
¿En qué consiste?
La verdad yo no tenía ni idea de qué iba a tratar, pero os puedo contar un poco de lo que se dice por Internet, y es que va a tratar de Maravilloso Desastre pero contado esta vez desde el punto de vista de Travis, pero aún no sé si será totalmente igual o que se añadirán nuevas escenas que no salía en el otro libro, como por ejemplo la vida de Travis antes de encontrarse con Abby en la pelea o cosas de esas.
La verdad, con lo poco que sé ya estoy ansiosa de que esté ya a la venta, porque el personaje de Travis me encantó y tengo gran curiosidad por saber  que se le pasaba por la mente en varias escenas, como cuando se despertó y Abby se había ido, cuando se le confesó…
Así que en Abril de este año ya podremos conseguirlo en las librerías.
Y sin más dilación ya os cuento ese gran adelanto que nos muestra.




― ¿Qué haces? ― dijo Shepley.
Se puso en la mitad de la sala, con un par de zapatillas en una de sus manos, y un algo de ropa sucia en la otra.
― ¿Hmm, Limpiando? ― respondí, empujando los vasos al lavavajillas.
― Puedo verlo. Pero… ¿Por qué? ― Sonreí, de espaldas a Shepley.
Él iba a patear mi trasero.
― ¿Estoy esperando a alguien?
― ¿Y?
― Pidge
― ¿Huh?
― Abby, Shep. Invité a Abby.
― Amigo, no. No! No arruines esto por mí, hombre. Por favor
Me voltee, cruzando los brazos en mi pecho.
― Lo intenté, Shep. Lo hice. Pero, no lo sé ― Me encogí de hombros ―Hay algo en ella.
La mandíbula de Shep se tensó bajo su piel, y después volvió al sofá para asegurarse de que no hubiera olvidado ningún envoltorio de condón vacío.
Nunca fue gracioso explicar eso.
El hecho de que me hubiera empaquetado todos esos hermosos condones coeducaciones del Eastern no era ningún secreto para nadie, pero no había ninguna razón para recordar cuando ellas vinieron a mi casa. Todo era cuestión de presentación.
Con Pigeon, sin embargo, tomaría más que una buena presentación para Bolsearla en mi sofá. En este punto estaba dando paso por paso. Si me concentro en el resultado final, podría mandar todo a la mierda en un segundo. Ella se da cuenta de cosas. Ella está muy lejos de ser ingenua como yo lo era, años luz atrás. Esta operación era todo menos precario.
Estaba en mi cuarto sacando la ropa sucia cuando escuché el toque de la puerta principal. Usualmente Shep escucha el carro de America para poder encontrarla en la puerta. Marica.
Murmuré, y después el cierre de la puerta de Shep fue mi señal. Salí de la habitación, y ahí estaba sentada: Gafas, su cabello estaba recogido en la parte superior de su cabeza, y llevaba algo parecido a un pijama. No me sorprendería si hubiera sido tomada de su ropa sucia.
Era difícil no romper en risas. Nunca una chica vino a mi apartamento vestida así. Mi puerta de entrada había visto faldas de jean, vestidos, incluso ha visto un vestido apretado encima de un bikini de tiras. Unas cuantas veces, demasiado maquillaje y loción con brillo. Nunca pijamas.
Su apariencia respondió de inmediato porque estuvo tan complicidad en  venir. Ella estaba tratando de provocarme nauseas para que la dejara en paz. Si no se veía absolutamente sexy de esa manera, tal vez hubiera funcionado, pero su piel era impecable, y su falta de maquillaje y el color de sus anteojos hacían que sus ojos resaltaran aún más.


― Era tiempo de que aparecieras ― dije, cayendo en mi sofá.
En un principio parecía orgullosa de su idea, pero a medida que hablábamos y yo me mantenía impenetrable, era claro que sabía que su plan había fallado. Mientras menos reía, yo estaba a punto de sonreír de oreja a oreja. Era tan divertida. No podía superarlo.


Shepley y America se nos unieron de nuevo. Abby estaba nerviosa, y yo estaba muy cerca de sentir vértigo. Pasó de dudar del hecho de que yo podría escribir un simple papel a cuestionar mi afición por la lucha. Me gustaba hablar con ella acerca de cosas normal, preferible a la incómoda tarea de pedirle que se fuera una vez que la hubiera bolseado. Ella no me entendía, algo intencionado por parte de ella, incluso cuando yo lucía enojado con ella.

― ¿Qué eres… Karate Kid? ¿Dónde aprendiste a pelear?
Shep y America parecían avergonzados por Abby. No sé por qué; pero estaba claro que no le importaba. Solo porque no hablara mucho sobre mi niñez no quería decir que me avergonzar de ella.


― Tuve un padre con problemas de bebida y mal temperamento, y cuatro hermanos menos que traían consigo el Gen Idiota.
―Oh ― dijo simplemente. Sus mejillas se volvieron rojas, y en ese momento sentí una punzada en el pecho. No estaba seguro de que era, pero me molesto bastante.
Inmediatamente traté de hacerla sentir mejor
― No te avergüences, Pidge. Papá dejó de beber. Los chicos crecieron.


― No estoy avergonzada ―Su lenguaje corporal era todo lo contrario a sus palabras. Me esforcé en pensar en algo para cambiar el tema, y entonces mencionar su sexy y desaliñado look vino a mi mente. Su pena fue inmediatamente reemplazada por la irritación, algo con lo que estaba más cómodo.


America sugirió que viéramos televisión, pero lo último que quería hacer era estar con Abby en una habitación y no poder hablar con ella. Me paré.
― Tienes hambre, ¿Pidge?
― Ya comí.
America alzó una de sus pestañas.
― No, tú no has comido. Oh… er… cierto. Lo olvidé. Comiste una… ¿pizza? Antes de que nos fuéramos.
Abby estaba avergonzada de nuevo, pero la rabia rápidamente lo cubrió.


Abrí la puerta tratando de mantener mi voz casual. Nunca había estado tan ansioso por conseguir a una chica a sola, sobre todo no tener relaciones sexuales con ella.
―Vamos. Debes de tener hambre.
Sus hombros se relajaron un poco
― ¿A dónde vas?


―Donde quieras, podemos ir a una Pizzería. ―Mi interior se encogió. Eso podría haber sido demasiado ansioso.
Ella miró sus pantalones.
―Realmente no estoy vestida ―Sonreí. No tenía idea de cuan hermosa era en realidad. Eso la hizo aún más atractiva ―Te ves bien. Vamos, estoy hambriento.
Una vez que estuve encima de mi Harley, finalmente pude pensar. Mis pensamientos eran usualmente más relajados en la motocicleta.


Las piernas de Abby estaban en mi cintura como una llave, pero fue aún más extraño que eso fuera relajante, también. Casi un alivio. La extraña urgencia que sentía alrededor de ella era desorientadora. No me gustaba, pero de nuevo, recordé que ella estaba cerca, así que fue tanto reconfortante como inquietante. Decidí poner toda mi mierda junta. Abby debía ser una paloma, pero ella era solo otra maldita chica más. No necesitaba conseguir que mis pantaloncillos estuvieran en todas.
Además, había algo debajo de la fachada de niña buena. Me odiaba porque había sido encendida antes por alguien como yo. Aun así no era ninguna puta. Ni una puta reformada. A esas podía olerlas a un metro de distancia. Mi cara de juego poco a poco se desvaneció. Por fin había encontrado una chica que me interesaba lo suficiente como para llegar a conocerla, y una versión de mí ya la había lastimado.


Apenas si conocía a la chica, y el pensamiento de un idiota haciéndole daño a Pidge me enfureció. Que Abby me asociara con alguien que la había herido era aún peor. Pise el acelerador mientras entrabamos en Pizza Shack. Ese viaje no fue lo suficientemente largo para solucionar el desastre en mi cabeza.
Ni siquiera estaba pensando en mi velocidad, por lo que cuando Abby saltó de la moto y empezó a gritar, yo no podía dejar de reír.

Iba al límite de velocidad.
― ¡Sí, si estuviéramos en la autopista! Ella soltó el amarre de su cabello salvajemente y después peino su largo cabello con sus dedos.
No podía dejar de mirar mientras ella envolvía sus largos mechones caramelos, y luego los ataba de nuevo. Imaginé como se vería en la mañana, y luego tuve que recordar los primeros diez minutos de Salvar al soldado Ryan para evitar que me pusiera duro. Sangra. Gritos. Instintos Visibles. Granadas. Armas. Más sangre.
Mantuve la puerta abierta.
No permitiría que nada te pasara, Pigeon.
Pisoteo furiosa en frente de mí y entro al restaurante, ignorando mi gesto de amabilidad. Era una maldita pena; era la primera chica a la que por primera vez había querido abrirle la puerta. Había estado esperando ese momento, y ella ni se enteró.

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